No es la música aunque la haya, no es el cuerpo aunque ejecute sus movimientos, no son los jardines ni los espacios abandonados ni el rumor de las plantas pisadas. Lo que existe, por sobre todas las cosas, es el efecto de una voz que nos recuerda por su entonación demorada los tiempos de un cine que no se perdía en el vértigo del corte y la sucesión de planos americanos sino que buscaba recuperar el sentimiento del tiempo.