Guacho intenta adentrarse en el fluir de la conciencia para dar cuenta de un dolor primario: la herencia paterna. A través de un deambular constante por la ciudad y sus horas, el personaje de Guacho deja que sus pensamientos se adueñen del espectador: ser el padre, ser el hijo, ser el hijo que el padre quiso, ser el hijo que el padre no quiso.