Un pequeño espejo redondo refleja a Samanta, mientras ella pasa un labial de pintura roja sobre sus delgados labios, enmarcados por miles y diminutas líneas que surcan su piel y dejan en evidencia los 82 años que han pasado en su vida. Samanta está sentada en el puesto de copiloto de un carro mientras que con dedicación se maquilla. A su lado, un anciano elegantemente vestido.